La gente tiene distintas motivaciones que influyen directamente en la decisión de ahorrar: cómo lograr un retiro digno, comprar una casa, cubrir la educación de los hijos, prevenir accidentes, contar con un respaldo económico holgado, entre muchas otras.
El ahorro requiere de esfuerzo y disciplina al tener que gastar menos de lo que se percibe de ingreso; sin embargo, para acrecentar el patrimonio que se acumula a través del ahorro, se requiere de conocimientos en el tema de inversiones o de asesoría especializada por parte de profesionales en la materia.
Para administrar de la mejor manera un patrimonio, hay que buscar alternativas de inversión que proporcionen rendimientos atractivos acordes con el nivel de riesgo. En la medida en que el patrimonio se eleva, las opciones se multiplican, al igual que la complejidad de las decisiones de inversión.
Se involucran activos reales y financieros, de renta fija y variable, coberturas y seguros, al tiempo en el que las posibilidades de inversión se extienden más allá del país.
En el ámbito financiero, los instrumentos bancarios tradicionales, como los Cetes o pagarés, son por lo general la primera referencia para invertir; le siguen las sociedades de inversión, con una gama de alternativas más amplia y posibilidades de rendimientos más altos, siempre recordando la regla de “a mayor riesgo, mayor rendimiento”; las afores, con la posibilidad de recibir ahorro voluntario de sus cuentahabientes; las aseguradoras, con programas de renta vitalicia y planes de financiamiento futuro, y las casas de bolsa y áreas de banca patrimonial de los bancos, que ofrecen alternativas diversas en instrumentos financieros, las cuales otorgan mayores posibilidades de maximizar el rendimiento.
Sin embargo, hay una figura que no corresponde a las operaciones activas o pasivas de las instituciones financieras, que atiende los requerimientos de los inversionistas, sobre todo cuando estos persiguen fines específicos para el uso de los recursos que integran la masa patrimonial. Nos referimos al fideicomiso.
Existen diversos tipos: de inversión, administración, testamentario, fuente de pago, garantía, desarrollos inmobiliarios, etcétera.
Los fideicomisos son un traje a la medida, susceptible de adecuarse a los intereses de quien los realiza.
Son un vehículo para el logro de metas que van desde cubrir requerimientos específicos en cuanto a la inversión o destino de los recursos, hasta el evitar conflictos de interés, por ejemplo, cuando suplen un testamento.
Estos pueden ser manejados por un especialista financiero o comités técnicos integrados por profesionales que atienden las necesidades particulares, en este caso de inversión, de los clientes.
El fideicomiso es una figura que debe considerarse al evaluar estrategias y vehículos de inversión, sobre todo cuando el patrimonio alcanza ciertos niveles y se buscan reglas claras, no discrecionales y una asesoría profesional.
Fideicomisos de inversión
Los fideicomisos de inversión son utilizados como un mecanismo que otorga transparencia a la custodia y administración de recursos líquidos que en cierto momento deberán ser transmitidos a terceras personas.
La fiduciaria recibe de su cliente sumas de dinero con el fin de invertirlas conforme a las instrucciones que el cliente o fideicomitente le señala sea directamente o como adhesión a un reglamento de inversión que le ofrece la fiduciaria; el producto de las inversiones es para provecho del mismo cliente o de la persona o personas que él específicamente designa en el contrato.
Esta modalidad de inversión puede desarrollarse a través de encargos fiduciarios o contratos de fiducia mercantil. Generalmente las inversiones que realiza la fiduciaria se concretan a la compra y venta de títulos representativos de dinero o de mercancías (títulos valores), pero pueden tener como objeto la adquisición de cualquier clase de activos.
Cuando se desea invertir a través de negocios fiduciarios, se puede acudir a cualquiera de estas modalidades:
Ventajas de la fiducia de inversión
Análisis de riesgo basado en herramientas técnicas y tecnológicas.
La gente tiene distintas motivaciones que influyen directamente en la decisión de ahorrar: cómo lograr un retiro digno, comprar una casa, cubrir la educación de los hijos, prevenir accidentes, contar con un respaldo económico holgado, entre muchas otras.
El ahorro requiere de esfuerzo y disciplina al tener que gastar menos de lo que se percibe de ingreso; sin embargo, para acrecentar el patrimonio que se acumula a través del ahorro, se requiere de conocimientos en el tema de inversiones o de asesoría especializada por parte de profesionales en la materia.
Para administrar de la mejor manera un patrimonio, hay que buscar alternativas de inversión que proporcionen rendimientos atractivos acordes con el nivel de riesgo. En la medida en que el patrimonio se eleva, las opciones se multiplican, al igual que la complejidad de las decisiones de inversión.
Se involucran activos reales y financieros, de renta fija y variable, coberturas y seguros, al tiempo en el que las posibilidades de inversión se extienden más allá del país.
En el ámbito financiero, los instrumentos bancarios tradicionales, como los Cetes o pagarés, son por lo general la primera referencia para invertir; le siguen las sociedades de inversión, con una gama de alternativas más amplia y posibilidades de rendimientos más altos, siempre recordando la regla de “a mayor riesgo, mayor rendimiento”; las afores, con la posibilidad de recibir ahorro voluntario de sus cuentahabientes; las aseguradoras, con programas de renta vitalicia y planes de financiamiento futuro, y las casas de bolsa y áreas de banca patrimonial de los bancos, que ofrecen alternativas diversas en instrumentos financieros, las cuales otorgan mayores posibilidades de maximizar el rendimiento.
Sin embargo, hay una figura que no corresponde a las operaciones activas o pasivas de las instituciones financieras, que atiende los requerimientos de los inversionistas, sobre todo cuando estos persiguen fines específicos para el uso de los recursos que integran la masa patrimonial. Nos referimos al fideicomiso.
Existen diversos tipos: de inversión, administración, testamentario, fuente de pago, garantía, desarrollos inmobiliarios, etcétera.
Los fideicomisos son un traje a la medida, susceptible de adecuarse a los intereses de quien los realiza.
Son un vehículo para el logro de metas que van desde cubrir requerimientos específicos en cuanto a la inversión o destino de los recursos, hasta el evitar conflictos de interés, por ejemplo, cuando suplen un testamento.
Estos pueden ser manejados por un especialista financiero o comités técnicos integrados por profesionales que atienden las necesidades particulares, en este caso de inversión, de los clientes.
El fideicomiso es una figura que debe considerarse al evaluar estrategias y vehículos de inversión, sobre todo cuando el patrimonio alcanza ciertos niveles y se buscan reglas claras, no discrecionales y una asesoría profesional.
Fideicomisos de inversión
Los fideicomisos de inversión son utilizados como un mecanismo que otorga transparencia a la custodia y administración de recursos líquidos que en cierto momento deberán ser transmitidos a terceras personas.
La fiduciaria recibe de su cliente sumas de dinero con el fin de invertirlas conforme a las instrucciones que el cliente o fideicomitente le señala sea directamente o como adhesión a un reglamento de inversión que le ofrece la fiduciaria; el producto de las inversiones es para provecho del mismo cliente o de la persona o personas que él específicamente designa en el contrato.
Esta modalidad de inversión puede desarrollarse a través de encargos fiduciarios o contratos de fiducia mercantil. Generalmente las inversiones que realiza la fiduciaria se concretan a la compra y venta de títulos representativos de dinero o de mercancías (títulos valores), pero pueden tener como objeto la adquisición de cualquier clase de activos.
Cuando se desea invertir a través de negocios fiduciarios, se puede acudir a cualquiera de estas modalidades:
Ventajas de la fiducia de inversión
Análisis de riesgo basado en herramientas técnicas y tecnológicas.