Es para todos sabido que Panamá vive uno de sus mejores momentos económicos de la historia. El crecimiento se ve en todas las formas posibles y no escapa a la visual de propios o extraños que lo que está sucediendo es algo inusual para una nación tan pequeña como esta.
Como consecuencia de esta situación emergen dos clases de grupos dentro de la sociedad: los que se han dejado llevar por la corriente consumista y los que no han caído en ella, que no necesariamente son los potentados económicos.
Los primeros, que por cierto son la gran mayoría de la población, han tomado este auge económico como algo que ellos creen que se merecen por haberlo logrado por méritos propios y personales. Tienen por regla general una visión individualista fundamentada en conseguir más bienes para sí mismos a costa del consumismo por medios de sus propios ingresos o por endeudamiento, olvidando la necesidad de creación como medio de manutención de la riqueza. Poseen una filosofía basada en intereses baladíes inyectados por los medios de comunicación que los llevan por el camino de adquirir bienes de moda (ropa, tecnología, autos, fiesta, sexo licor, etc.), creyéndose ricos sin serlos, obteniendo satisfacción rápida, pero temporal.
El segundo grupo, son aquellos que destinan todos sus esfuerzos a construir, enseñar, confeccionar, estudiar y a lograr algo en la vida que sirve para beneficio no de ellos como individuos sino a una colectividad en general. De allí que no necesariamente sean los potentados económicos los que conformen este grupo. Son personas que no piensan en su beneficio y que cargan con todos aquellos que conforman el primer grupo o consumistas, quienes sin percatarse creen que han sobresalido solamente por ellos mismos.
Cuando el segundo grupo se altera o colapsa, el primer grupo o de los consumistas, que son los más, sienten que se les ha arrebatado su supuesta riqueza que ellos solos construyeron, pero que en realidad jamás existió, pues fue algo efímero, vacío; y ante el choque con la realidad empiezan a acabar con todo a su alrededor olvidando que ellos únicamente utilizaron lo que otros construyeron. Dentro de este grupo existe un subgrupo que solo piensa que el pasado fue mejor. Una visión corta que olvida que todo en la vida evoluciona para bien o para mal. Se quedan congelados en estado contemplativo viendo pasar el tiempo, amarrados a las experiencias vividas creyendo que fueron más plenas, sin percatarse de que ya nada del pasado podrá solucionar los problemas presentes.
Esto es una vista futurista parecida a una película de Hollywood o al pasado colonial con una muralla dividiendo las masas.
Nuestra única alternativa para evitar esta realidad es el estudio, la preparación y dejando a un lado ese consumismo agresivo. El hombre de hoy con infinitas posibilidades, con tanto conocimiento no sabe qué hacer con todo esto. Tiene abundancia de información, pero solo desea consumir, no construir. Es nuestra obligación elegir ante las realidades de la vida que se nos presenta.
El autor es abogado.
Es para todos sabido que Panamá vive uno de sus mejores momentos económicos de la historia. El crecimiento se ve en todas las formas posibles y no escapa a la visual de propios o extraños que lo que está sucediendo es algo inusual para una nación tan pequeña como esta.
Como consecuencia de esta situación emergen dos clases de grupos dentro de la sociedad: los que se han dejado llevar por la corriente consumista y los que no han caído en ella, que no necesariamente son los potentados económicos.
Los primeros, que por cierto son la gran mayoría de la población, han tomado este auge económico como algo que ellos creen que se merecen por haberlo logrado por méritos propios y personales. Tienen por regla general una visión individualista fundamentada en conseguir más bienes para sí mismos a costa del consumismo por medios de sus propios ingresos o por endeudamiento, olvidando la necesidad de creación como medio de manutención de la riqueza. Poseen una filosofía basada en intereses baladíes inyectados por los medios de comunicación que los llevan por el camino de adquirir bienes de moda (ropa, tecnología, autos, fiesta, sexo licor, etc.), creyéndose ricos sin serlos, obteniendo satisfacción rápida, pero temporal.
El segundo grupo, son aquellos que destinan todos sus esfuerzos a construir, enseñar, confeccionar, estudiar y a lograr algo en la vida que sirve para beneficio no de ellos como individuos sino a una colectividad en general. De allí que no necesariamente sean los potentados económicos los que conformen este grupo. Son personas que no piensan en su beneficio y que cargan con todos aquellos que conforman el primer grupo o consumistas, quienes sin percatarse creen que han sobresalido solamente por ellos mismos.
Cuando el segundo grupo se altera o colapsa, el primer grupo o de los consumistas, que son los más, sienten que se les ha arrebatado su supuesta riqueza que ellos solos construyeron, pero que en realidad jamás existió, pues fue algo efímero, vacío; y ante el choque con la realidad empiezan a acabar con todo a su alrededor olvidando que ellos únicamente utilizaron lo que otros construyeron. Dentro de este grupo existe un subgrupo que solo piensa que el pasado fue mejor. Una visión corta que olvida que todo en la vida evoluciona para bien o para mal. Se quedan congelados en estado contemplativo viendo pasar el tiempo, amarrados a las experiencias vividas creyendo que fueron más plenas, sin percatarse de que ya nada del pasado podrá solucionar los problemas presentes.
Esto es una vista futurista parecida a una película de Hollywood o al pasado colonial con una muralla dividiendo las masas.
Nuestra única alternativa para evitar esta realidad es el estudio, la preparación y dejando a un lado ese consumismo agresivo. El hombre de hoy con infinitas posibilidades, con tanto conocimiento no sabe qué hacer con todo esto. Tiene abundancia de información, pero solo desea consumir, no construir. Es nuestra obligación elegir ante las realidades de la vida que se nos presenta.
El autor es abogado.