En la mayoría de los países del Mundo en alguna etapa de su vida se ha profesado determinadas formas de ideas que en muchas oportunidades han sido motivo de grandes choques de pensamiento entre sus pobladores y hasta entre una o varias naciones.
Estas formas de pensar y/o actuar se denominan ideología, aunque otros las llaman doctrina. Las mismas nacían de la necesidad de los pueblos de encontrar algo en que creer que los ayudara a resolver sus problemas y enfrentarse a otros países con una forma de pensamiento único o característico, que los protegiera de las intenciones de conquista de las grandes potencias mundiales que también tenían sus formas de pensar y actuar, y los guiara a un mejor mañana.
Panamá no escapó de esa corriente. Nuestros primeros gobernantes, los españoles, impusieron su doctrina basada en la corona. Una vez independizados no adquirimos nuestra propia nacionalidad, sino que nos unimos a Colombia que tenía su propia forma ideológica y que dejó muy poco espacio para que los panameños pudiéramos siquiera opinar.
Ya desde finales del siglo XIX, muchos intelectuales expresaban su voluntad de independencia en busca de nuestra propia nacionalidad, agotados de ser influenciados por Estados foráneos. Esta necesidad nos llevó finalmente a iniciar nuestro propio destino como Estado libre, con todas las responsabilidades que eso conlleva, lo cual incluía por supuesto definir nuestra propia identidad.
La responsabilidad inicial recayó en nuestros próceres que con mucho esfuerzo trataron de separarnos de nuestros lazos pasados para formar nuevos caminos que nos definieran como panameños marchando todos hacia un destino común.
Esta búsqueda tuvo una fuerte cabida dentro de un movimiento popular, surgido de un líder incuestionable, de una ideología que denominó: El Panameñismo, la cual se basaba principalmente en que Panamá era para los panameños.
Arnulfo Arias Madrid nació en Río Grande, Penonomé. Alcanzó el solio presidencial en tres oportunidades oficialmente, sin contar algunas otras en que fuera víctima de fraudes que impidieron al pueblo panameño el cumplimiento de su soberana voluntad.
Su activa participación en el movimiento Acción Comunal sembró en él su nacionalismo que a todo lo largo de su carrera política lo caracterizó y que no ha podido ser cuestionado ni por sus mayores adversarios.
Desde su primera llegada al poder hizo sentir ese sentimiento por Panamá en su discurso de toma de posesión en donde esbozó los principios que lo acompañarían a todo lo largo de su carrera política.
Sus principales puntos los basó en que la doctrina Panameñista debería estar centrada en la investigación, el estudio de nuestra geografía, nuestra historia, flora y fauna. Lo esencial de esto es que debíamos primero conocernos a nosotros mismos para después pensar en conocer a los demás.
Esta doctrina proclamaba que se hacía necesario que todos los panameños estudiaran y se prepararan para así lograr “panameños amantes del trabajo”. Agregaba el Doctor Arias “así escaparemos poco a poco de esa plaga de “medio-cocidos”, quienes, porque saben leer y escribir mal se imaginan que son expertos universales y que, porque conocen una fórmula química, se creen obligados a negar la existencia del alma, de Dios o del diablo.”
Estas palabras puede que ahora en esta época de la clonación y de tantos avances tecnológicos tengan mayor significado que en aquella, pues la negación del alma y del Creador es hoy por hoy más que nunca una realidad.
La Doctrina proclama que todo campesino debe tener un pedazo de tierra para cultivar, el cual el Estado garantizará como patrimonio inalienable. Este principio quiere asegurar que nuestro hombre de campo tenga las herramientas necesarias para sobrevivir y ayudar al progreso del país. Sobre este tema en particular se hicieron durante la administración de Arias muchos avances que más adelante esbozaremos.
Cabe resaltar que algunos políticos posteriores trataron de imitar este proyecto.
Tal vez el tema más conflictivo de la Doctrina enmarcada por el Doctor Arnulfo Arias fue el étnico. Si bien es cierto que en su discurso inaugural expresó términos poco agradables para muchas personas, no debemos olvidar que lo único que trataba de expresar era que estas personas que habían venido con un fin especial a nuestro país, la construcción del Canal, nunca se pudieron adaptar a nuestra cultura. Ese era uno de los factores medulares de la doctrina panameñista, la cual estaba en disposición de aceptar a todos los que quisieran acercarse, pero reconociendo lo de Panamá primero.
Prueba de lo anterior fue la posición del Doctor Arias cuando varió las Leyes del comercio al por menor al impedir que este estuviera en manos de extranjeros que beneficiándose de los nacionales, ni siquiera eran capaces de conocer nuestra historia o idioma, mejorar ni estudiar nuestra idiosincrasia para incorporarse de manera real a nuestro Panamá.
Para los que han tenido oportunidad de viajar a Estados Unidos, habrán podido notar que esta nación es una mezcla de muchas nacionalidades. Sin embargo en cuanto alguien entra a ese país para quedarse, de forma inmediata quieren aprender su idioma, costumbres ideología y hasta patriotismo, cosa que en Panamá no sucedía.
El 2 de enero de 1941, Arnulfo Arias logró que entrara en vigencia la llamada Constitución Panameñista.
Entre las principales características presentadas en esta Constitución podemos señalar:
A todas luces se observó que se trataba de un avance constitucional sustancial, puesto que la Carta Magna era de corte social con factores progresistas al introducir nuevos elementos jurídicos.
De eso casualmente se trataba la ideología panameñista. Resaltar nuestro idioma, nuestra religión sin despreciar las otras, nuestro folklore, nuestra historia y el trabajo, todo buscando el que otras culturas no nos absorbieran.
No debemos olvidar las otras creaciones de instituciones sociales como la Caja del Seguro Social, el Banco Agropecuario e Industrial, muchas de las cuales han perdurado hasta nuestros días, sin dejar por fuera el que se le permitiera el voto a la mujer y se reglamentara el ejercicio de algunas profesiones liberales.
Quisiera dentro de este contexto hacer alusión a lo que podríamos denominar el mejor de los ejemplos acerca de lo que es el panameñismo, al grado que le costó su puesto como Presidente a Arnulfo Arias.
Desde su discurso inaugural en 1940, el Doctor Arias dio muestras de aprecio por los Estados Unidos y proclamó la necesidad de mantener la paz en el Mundo.
En noviembre de 1940 el Gobierno de Panamá, por conducto del Embajador de los Estados Unidos inició negociaciones con el fin de lograr un acuerdo con este país encaminado a obtener mayor cantidad de tierras para la construcción de nuevas bases militares.
Arnulfo Arias desde un inicio buscó la manera de lograr de este posible tratado el mejor beneficio para Panamá. Las exigencias de este en tal sentido serían motivo de otro artículo por lo extenso de narrar, pero el punto es que casi un año más tarde cuando la potencia del norte trató de obligar a que se artillaran los barcos que estuvieran registrados con bandera panameña, el Presidente Arias se opuso y aprovechando un viaje de Arias al exterior fue derrocado por medio de un golpe de estado el 9 de octubre de 1941.
El resto es historia, el sucesor de Arnulfo Arias, casi de inmediato autorizó el artillamiento de los barcos. Esto deja en claro como la doctrina panameñista luchaba por un nacionalismo que no nos impusiera fines de otras naciones.
No debe escapar de este análisis, el panameñismo frente a la llamada Globalización. Para todos es sabido que la forma de comunicarnos y hacer negocios en estos tiempos ha variado considerablemente. Las fronteras se han roto y las distancias acortado. Casi todas las barreras se han eliminado y las formas de conquistas de los grandes imperios han variado, pues ahora lo hacen comercialmente.
Pero es precisamente a causa de todos estos elementos que debemos recordar más que nunca quiénes somos y a dónde deseamos ir. Si bien es cierto que la forma de hacer negocios internacionales es en el idioma inglés, que eso no sea causa para que olvidemos el español. Si estos tiempos nos exigen llevar a cabo tratados de libre comercio, que ello no sea causa para que al negociarlos olvidemos los intereses de nuestros productores e industriales.
Si la música foránea es muy buena, que ello no nos haga olvidar nuestra música y nuestros compositores.
Si uno de los mayores ingresos que esperamos percibir proviene del turismo, entonces empecemos a conocer nuestra historia, nuestras costumbres y nuestra gente para mostrarles a todos aquellos que nos visiten que nosotros tenemos raíces propias.
En la mayoría de los países del Mundo en alguna etapa de su vida se ha profesado determinadas formas de ideas que en muchas oportunidades han sido motivo de grandes choques de pensamiento entre sus pobladores y hasta entre una o varias naciones.
Estas formas de pensar y/o actuar se denominan ideología, aunque otros las llaman doctrina. Las mismas nacían de la necesidad de los pueblos de encontrar algo en que creer que los ayudara a resolver sus problemas y enfrentarse a otros países con una forma de pensamiento único o característico, que los protegiera de las intenciones de conquista de las grandes potencias mundiales que también tenían sus formas de pensar y actuar, y los guiara a un mejor mañana.
Panamá no escapó de esa corriente. Nuestros primeros gobernantes, los españoles, impusieron su doctrina basada en la corona. Una vez independizados no adquirimos nuestra propia nacionalidad, sino que nos unimos a Colombia que tenía su propia forma ideológica y que dejó muy poco espacio para que los panameños pudiéramos siquiera opinar.
Ya desde finales del siglo XIX, muchos intelectuales expresaban su voluntad de independencia en busca de nuestra propia nacionalidad, agotados de ser influenciados por Estados foráneos. Esta necesidad nos llevó finalmente a iniciar nuestro propio destino como Estado libre, con todas las responsabilidades que eso conlleva, lo cual incluía por supuesto definir nuestra propia identidad.
La responsabilidad inicial recayó en nuestros próceres que con mucho esfuerzo trataron de separarnos de nuestros lazos pasados para formar nuevos caminos que nos definieran como panameños marchando todos hacia un destino común.
Esta búsqueda tuvo una fuerte cabida dentro de un movimiento popular, surgido de un líder incuestionable, de una ideología que denominó: El Panameñismo, la cual se basaba principalmente en que Panamá era para los panameños.
Arnulfo Arias Madrid nació en Río Grande, Penonomé. Alcanzó el solio presidencial en tres oportunidades oficialmente, sin contar algunas otras en que fuera víctima de fraudes que impidieron al pueblo panameño el cumplimiento de su soberana voluntad.
Su activa participación en el movimiento Acción Comunal sembró en él su nacionalismo que a todo lo largo de su carrera política lo caracterizó y que no ha podido ser cuestionado ni por sus mayores adversarios.
Desde su primera llegada al poder hizo sentir ese sentimiento por Panamá en su discurso de toma de posesión en donde esbozó los principios que lo acompañarían a todo lo largo de su carrera política.
Sus principales puntos los basó en que la doctrina Panameñista debería estar centrada en la investigación, el estudio de nuestra geografía, nuestra historia, flora y fauna. Lo esencial de esto es que debíamos primero conocernos a nosotros mismos para después pensar en conocer a los demás.
Esta doctrina proclamaba que se hacía necesario que todos los panameños estudiaran y se prepararan para así lograr “panameños amantes del trabajo”. Agregaba el Doctor Arias “así escaparemos poco a poco de esa plaga de “medio-cocidos”, quienes, porque saben leer y escribir mal se imaginan que son expertos universales y que, porque conocen una fórmula química, se creen obligados a negar la existencia del alma, de Dios o del diablo.”
Estas palabras puede que ahora en esta época de la clonación y de tantos avances tecnológicos tengan mayor significado que en aquella, pues la negación del alma y del Creador es hoy por hoy más que nunca una realidad.
La Doctrina proclama que todo campesino debe tener un pedazo de tierra para cultivar, el cual el Estado garantizará como patrimonio inalienable. Este principio quiere asegurar que nuestro hombre de campo tenga las herramientas necesarias para sobrevivir y ayudar al progreso del país. Sobre este tema en particular se hicieron durante la administración de Arias muchos avances que más adelante esbozaremos.
Cabe resaltar que algunos políticos posteriores trataron de imitar este proyecto.
Tal vez el tema más conflictivo de la Doctrina enmarcada por el Doctor Arnulfo Arias fue el étnico. Si bien es cierto que en su discurso inaugural expresó términos poco agradables para muchas personas, no debemos olvidar que lo único que trataba de expresar era que estas personas que habían venido con un fin especial a nuestro país, la construcción del Canal, nunca se pudieron adaptar a nuestra cultura. Ese era uno de los factores medulares de la doctrina panameñista, la cual estaba en disposición de aceptar a todos los que quisieran acercarse, pero reconociendo lo de Panamá primero.
Prueba de lo anterior fue la posición del Doctor Arias cuando varió las Leyes del comercio al por menor al impedir que este estuviera en manos de extranjeros que beneficiándose de los nacionales, ni siquiera eran capaces de conocer nuestra historia o idioma, mejorar ni estudiar nuestra idiosincrasia para incorporarse de manera real a nuestro Panamá.
Para los que han tenido oportunidad de viajar a Estados Unidos, habrán podido notar que esta nación es una mezcla de muchas nacionalidades. Sin embargo en cuanto alguien entra a ese país para quedarse, de forma inmediata quieren aprender su idioma, costumbres ideología y hasta patriotismo, cosa que en Panamá no sucedía.
El 2 de enero de 1941, Arnulfo Arias logró que entrara en vigencia la llamada Constitución Panameñista.
Entre las principales características presentadas en esta Constitución podemos señalar:
A todas luces se observó que se trataba de un avance constitucional sustancial, puesto que la Carta Magna era de corte social con factores progresistas al introducir nuevos elementos jurídicos.
De eso casualmente se trataba la ideología panameñista. Resaltar nuestro idioma, nuestra religión sin despreciar las otras, nuestro folklore, nuestra historia y el trabajo, todo buscando el que otras culturas no nos absorbieran.
No debemos olvidar las otras creaciones de instituciones sociales como la Caja del Seguro Social, el Banco Agropecuario e Industrial, muchas de las cuales han perdurado hasta nuestros días, sin dejar por fuera el que se le permitiera el voto a la mujer y se reglamentara el ejercicio de algunas profesiones liberales.
Quisiera dentro de este contexto hacer alusión a lo que podríamos denominar el mejor de los ejemplos acerca de lo que es el panameñismo, al grado que le costó su puesto como Presidente a Arnulfo Arias.
Desde su discurso inaugural en 1940, el Doctor Arias dio muestras de aprecio por los Estados Unidos y proclamó la necesidad de mantener la paz en el Mundo.
En noviembre de 1940 el Gobierno de Panamá, por conducto del Embajador de los Estados Unidos inició negociaciones con el fin de lograr un acuerdo con este país encaminado a obtener mayor cantidad de tierras para la construcción de nuevas bases militares.
Arnulfo Arias desde un inicio buscó la manera de lograr de este posible tratado el mejor beneficio para Panamá. Las exigencias de este en tal sentido serían motivo de otro artículo por lo extenso de narrar, pero el punto es que casi un año más tarde cuando la potencia del norte trató de obligar a que se artillaran los barcos que estuvieran registrados con bandera panameña, el Presidente Arias se opuso y aprovechando un viaje de Arias al exterior fue derrocado por medio de un golpe de estado el 9 de octubre de 1941.
El resto es historia, el sucesor de Arnulfo Arias, casi de inmediato autorizó el artillamiento de los barcos. Esto deja en claro como la doctrina panameñista luchaba por un nacionalismo que no nos impusiera fines de otras naciones.
No debe escapar de este análisis, el panameñismo frente a la llamada Globalización. Para todos es sabido que la forma de comunicarnos y hacer negocios en estos tiempos ha variado considerablemente. Las fronteras se han roto y las distancias acortado. Casi todas las barreras se han eliminado y las formas de conquistas de los grandes imperios han variado, pues ahora lo hacen comercialmente.
Pero es precisamente a causa de todos estos elementos que debemos recordar más que nunca quiénes somos y a dónde deseamos ir. Si bien es cierto que la forma de hacer negocios internacionales es en el idioma inglés, que eso no sea causa para que olvidemos el español. Si estos tiempos nos exigen llevar a cabo tratados de libre comercio, que ello no sea causa para que al negociarlos olvidemos los intereses de nuestros productores e industriales.
Si la música foránea es muy buena, que ello no nos haga olvidar nuestra música y nuestros compositores.
Si uno de los mayores ingresos que esperamos percibir proviene del turismo, entonces empecemos a conocer nuestra historia, nuestras costumbres y nuestra gente para mostrarles a todos aquellos que nos visiten que nosotros tenemos raíces propias.