Los acontecimientos del quehacer humano van formando a lo largo de la vida un intrincado camino que, en la mayoría de los casos, no logran entenderse hasta que el tiempo los permite ver en la distancia. Son los años los que nos consienten observar desde una óptica ampliada lo que denominamos “historia”.
La vida y obra del ilustre ciudadano panameño José Domingo de Obaldía no está centralizada únicamente en su mandato como segundo presidente constitucional de Panamá y primero elegido mediante sufragio después de nuestra independencia de Colombia, sus raíces son más antiguas y profundas y hasta muy desconocidas.
La historia de nuestro personaje tiene sus inicios en su padre, José de Obaldía y Orejuela, oriundo de Santiago de Veraguas, donde nació en 1806, y quien desde muy joven se dedicó a la política, teniendo la abogacía por profesión, título que obtuvo de la Universidad Central de Bogotá, hoy Universidad Nacional. Se destacó como Diputado en la Cámara Legislativa de Colombia y como Gobernador del Istmo de Panamá. Tuvo la dicha de ocupar varias veces la presidencia de Colombia en reemplazo de sus titulares, siendo la más destacada en el periodo comprendido entre 1854 a 1855.
Durante su gestión política y de manera muy atinada, demostrando un amor propio por el suelo panameño, redactó el proyecto que más tarde se convertiría en la Ley No. 26 de 1849, por la cual se crea la provincia de Chiriquí.
En 1853, gana las elecciones populares de Colombia José María Obando, pero debido a fuertes corrientes socialistas que empezaban a imperar en la nación, se inicia una serie de acontecimientos tendientes a presionarlo con el fin de que derogara la constitución del país, eliminara el ejército y controlara el poder mediante una dictadura, hechos a los que se rehusó, renunciado a su cargo. Asume el poder dictatorial José María Dionisio Melo, quien estuvo por un corto lapso, ya que distintas facciones políticas del país se levantaron en armas contra el golpista derrocándolo en diciembre de 1854. Durante este periodo, el vicepresidente José de Obaldía asumió la máxima magistratura del país y al concluir la guerra le correspondió la difícil tarea de restablecer el orden.
Quizás el acto más importante del señor de Obaldía (padre) para Panamá durante su mandato, además de haber creado la provincia de Chiriquí, fue sancionar la ley que creó el Estado Federal de Panamá. Este sueño tan anhelado para los panameños surgió de la mente de un gran estadista, don Justo Arosemena, quien desde 1852 presentó un acto reformatorio a la Constitución colombiana, encaminado a la creación de Panamá como estado independiente. Sin embargo, dado los acontecimientos políticos de la época, de los cuales ya hemos hablado, este proyecto no vio la luz sino hasta el año 1855 cuando la Cámara de Diputados expidió la adición a la Constitución que creó el Estado de Panamá.
El presidente José de Obaldía expidió el Decreto que convocaba a la Asamblea Constituyente del nuevo estado, la cual designó como Jefe a Justo Arosemena.
Este amor por las tierras panameñas, claramente entendible por las raíces de la familia de Obaldía, fue trasmitido a su hijo José Domingo, que desde temprana edad se dispuso a seguir los pasos de su padre. Oriundo de la provincia de Chiriquí, nació el 30 de enero de 1845.
Aunque su padre había participado siempre en las filas del Partido Liberal, él prefirió ser conservador. Fue elegido Senador para el Parlamento colombiano y defendió con energía la ratificación del Tratado Herran-Hay suscrito entre Colombia y Estados Unidos de América, que autorizaba a este último a construir un canal por Panamá, mismo que fue rechazado por el Congreso, pero que sin lugar a dudas era de gran beneficio para nuestra patria y cuyo rechazo sería la última excusa que nuestros próceres requerían para optar por independizarnos del vecino país.
Esta negativa del Congreso hizo renunciar a de Obaldía al cargo e inclusive manifestó que después del rechazo no sería de extrañar que Panamá optara por independizarse. Más tarde fue designado Gobernador de Panamá cuando nuestro país pertenecía a Colombia. Recibió gran oposición de políticos colombianos, en especial del senador Juan Pérez y Soto, que veían con malos ojos su designación. Sin embargo, era un clamor de los senadores representantes de Panamá y de la población panameña en general que se nombrara a una persona afín a esta tierra, pues históricamente las personas enviadas eran extrañas al Departamento. Por ello, su nominación prevaleció, creyendo el Ejecutivo colombiano que con ello calmaría a la población de Panamá.
Durante su corta gestión como último Gobernador de Panamá bajo el paraguas de Colombia, jugó un papel importante en la independencia, que sin lugar a dudas lo puso en una situación difícil y peligrosa. No tomó partido en la gesta separatista, tal vez por su gran amor al suelo que lo había visto nacer, o tal vez por el amor que hacia esta patria sentía y le había transmitido su padre. Fue apresado y liberado tan sólo unos días después, pero en Colombia siempre fue visto como parte de la traición.
En el periodo presidencial de Manuel Amador Guerrero fue designado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante el Gobierno de Estados Unidos de América, en momentos cruciales, ya que la interpretación que ese gobierno le estaba dando al nefasto Tratado Hay-Bunau Varille afectaba de manera directa la economía panameña. Por ello, el 11 de agosto de 1904, fue tarea de José Domingo de Obaldía presentar ante el Secretario de Estado de los Estados Unidos una exposición de las dificultades que Panamá estaba afrontando en materia de puertos, aduanas y correos que de manera directa restringían los ingresos al fisco nacional y perjudicaban el comercio panameño y muy especialmente a las ciudades de Panamá y Colón. No es exagerado decir que de su actuación surgió el Convenio Taft que establecería las normas procedimentales para el cobro de impuestos en la Zona del Canal.
En 1906, representó a Panamá en Río de Janeiro, Brasil, en el Tercer Congreso Panamericano, donde nuestro país participaba por primera vez como nación independiente.
Ocupó el cargo de Primer designado en 1907 durante el mandato de Manuel Amador Guerrero, quien se ausentó del país por el lapso de seis meses, y posteriormente corrió para las elecciones de 1908, en una contienda electoral vigilada por el Ejército de Estados Unidos, tomando posesión del cargo el 1 de octubre de ese año.
Su gestión ha sido siempre elogiada, marcada de dinamismo y honradez. Concluyó las obras iniciadas por el doctor Amador, inaugurando el Instituto Nacional, pero el llamado del Creador, del cual nadie se puede escapar, le fue dado el 1 de marzo de 1910 tan sólo 17 meses después de haber llegado al solio presidencial. Su ausencia dejó un gran vacío y sorprendió al pueblo panameño, que orgulloso de haber designado por votación popular democrática a su primer mandatario, este también fuera el primero en fallecer en pleno uso de sus facultades. En su momento lo reemplazó Carlos Antonio Mendoza, quien era el Segundo Designado de Panamá.
Los acontecimientos del quehacer humano van formando a lo largo de la vida un intrincado camino que, en la mayoría de los casos, no logran entenderse hasta que el tiempo los permite ver en la distancia. Son los años los que nos consienten observar desde una óptica ampliada lo que denominamos “historia”.
La vida y obra del ilustre ciudadano panameño José Domingo de Obaldía no está centralizada únicamente en su mandato como segundo presidente constitucional de Panamá y primero elegido mediante sufragio después de nuestra independencia de Colombia, sus raíces son más antiguas y profundas y hasta muy desconocidas.
La historia de nuestro personaje tiene sus inicios en su padre, José de Obaldía y Orejuela, oriundo de Santiago de Veraguas, donde nació en 1806, y quien desde muy joven se dedicó a la política, teniendo la abogacía por profesión, título que obtuvo de la Universidad Central de Bogotá, hoy Universidad Nacional. Se destacó como Diputado en la Cámara Legislativa de Colombia y como Gobernador del Istmo de Panamá. Tuvo la dicha de ocupar varias veces la presidencia de Colombia en reemplazo de sus titulares, siendo la más destacada en el periodo comprendido entre 1854 a 1855.
Durante su gestión política y de manera muy atinada, demostrando un amor propio por el suelo panameño, redactó el proyecto que más tarde se convertiría en la Ley No. 26 de 1849, por la cual se crea la provincia de Chiriquí.
En 1853, gana las elecciones populares de Colombia José María Obando, pero debido a fuertes corrientes socialistas que empezaban a imperar en la nación, se inicia una serie de acontecimientos tendientes a presionarlo con el fin de que derogara la constitución del país, eliminara el ejército y controlara el poder mediante una dictadura, hechos a los que se rehusó, renunciado a su cargo. Asume el poder dictatorial José María Dionisio Melo, quien estuvo por un corto lapso, ya que distintas facciones políticas del país se levantaron en armas contra el golpista derrocándolo en diciembre de 1854. Durante este periodo, el vicepresidente José de Obaldía asumió la máxima magistratura del país y al concluir la guerra le correspondió la difícil tarea de restablecer el orden.
Quizás el acto más importante del señor de Obaldía (padre) para Panamá durante su mandato, además de haber creado la provincia de Chiriquí, fue sancionar la ley que creó el Estado Federal de Panamá. Este sueño tan anhelado para los panameños surgió de la mente de un gran estadista, don Justo Arosemena, quien desde 1852 presentó un acto reformatorio a la Constitución colombiana, encaminado a la creación de Panamá como estado independiente. Sin embargo, dado los acontecimientos políticos de la época, de los cuales ya hemos hablado, este proyecto no vio la luz sino hasta el año 1855 cuando la Cámara de Diputados expidió la adición a la Constitución que creó el Estado de Panamá.
El presidente José de Obaldía expidió el Decreto que convocaba a la Asamblea Constituyente del nuevo estado, la cual designó como Jefe a Justo Arosemena.
Este amor por las tierras panameñas, claramente entendible por las raíces de la familia de Obaldía, fue trasmitido a su hijo José Domingo, que desde temprana edad se dispuso a seguir los pasos de su padre. Oriundo de la provincia de Chiriquí, nació el 30 de enero de 1845.
Aunque su padre había participado siempre en las filas del Partido Liberal, él prefirió ser conservador. Fue elegido Senador para el Parlamento colombiano y defendió con energía la ratificación del Tratado Herran-Hay suscrito entre Colombia y Estados Unidos de América, que autorizaba a este último a construir un canal por Panamá, mismo que fue rechazado por el Congreso, pero que sin lugar a dudas era de gran beneficio para nuestra patria y cuyo rechazo sería la última excusa que nuestros próceres requerían para optar por independizarnos del vecino país.
Esta negativa del Congreso hizo renunciar a de Obaldía al cargo e inclusive manifestó que después del rechazo no sería de extrañar que Panamá optara por independizarse. Más tarde fue designado Gobernador de Panamá cuando nuestro país pertenecía a Colombia. Recibió gran oposición de políticos colombianos, en especial del senador Juan Pérez y Soto, que veían con malos ojos su designación. Sin embargo, era un clamor de los senadores representantes de Panamá y de la población panameña en general que se nombrara a una persona afín a esta tierra, pues históricamente las personas enviadas eran extrañas al Departamento. Por ello, su nominación prevaleció, creyendo el Ejecutivo colombiano que con ello calmaría a la población de Panamá.
Durante su corta gestión como último Gobernador de Panamá bajo el paraguas de Colombia, jugó un papel importante en la independencia, que sin lugar a dudas lo puso en una situación difícil y peligrosa. No tomó partido en la gesta separatista, tal vez por su gran amor al suelo que lo había visto nacer, o tal vez por el amor que hacia esta patria sentía y le había transmitido su padre. Fue apresado y liberado tan sólo unos días después, pero en Colombia siempre fue visto como parte de la traición.
En el periodo presidencial de Manuel Amador Guerrero fue designado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante el Gobierno de Estados Unidos de América, en momentos cruciales, ya que la interpretación que ese gobierno le estaba dando al nefasto Tratado Hay-Bunau Varille afectaba de manera directa la economía panameña. Por ello, el 11 de agosto de 1904, fue tarea de José Domingo de Obaldía presentar ante el Secretario de Estado de los Estados Unidos una exposición de las dificultades que Panamá estaba afrontando en materia de puertos, aduanas y correos que de manera directa restringían los ingresos al fisco nacional y perjudicaban el comercio panameño y muy especialmente a las ciudades de Panamá y Colón. No es exagerado decir que de su actuación surgió el Convenio Taft que establecería las normas procedimentales para el cobro de impuestos en la Zona del Canal.
En 1906, representó a Panamá en Río de Janeiro, Brasil, en el Tercer Congreso Panamericano, donde nuestro país participaba por primera vez como nación independiente.
Ocupó el cargo de Primer designado en 1907 durante el mandato de Manuel Amador Guerrero, quien se ausentó del país por el lapso de seis meses, y posteriormente corrió para las elecciones de 1908, en una contienda electoral vigilada por el Ejército de Estados Unidos, tomando posesión del cargo el 1 de octubre de ese año.
Su gestión ha sido siempre elogiada, marcada de dinamismo y honradez. Concluyó las obras iniciadas por el doctor Amador, inaugurando el Instituto Nacional, pero el llamado del Creador, del cual nadie se puede escapar, le fue dado el 1 de marzo de 1910 tan sólo 17 meses después de haber llegado al solio presidencial. Su ausencia dejó un gran vacío y sorprendió al pueblo panameño, que orgulloso de haber designado por votación popular democrática a su primer mandatario, este también fuera el primero en fallecer en pleno uso de sus facultades. En su momento lo reemplazó Carlos Antonio Mendoza, quien era el Segundo Designado de Panamá.